Por María José Callejas Capra
Desde hace tres años el Departamento de Servicios Culturales de la Municipalidad de San José, detectó como necesidad prioritaria, formular un documento oficial que diera los grandes lineamientos culturales que el municipio debía fomentar, ejecutar, incentivar a lo interno de la institución y hacia la ciudadanía. Su objetivo primario planteó posicionar definitivamente a la cultura como pilar y motor del desarrollo de la ciudad de San José, a partir de la cohesión de voluntades ciudadanas e institucionales. El documento se denominó “Política cultural de la ciudad de San José”
Entonces se formó un equipo de trabajo cuyas labores se enfocaron en realizar foros, talleres y conversatorios de consulta popular para establecer las prioridades de la ciudadanía y sus desafíos aquellos que serían abordados desde la cultura. Desafíos como seguridad ciudadana, equidad e inclusión, medioambiente, espacios de convivencias entre otros. También el equipo se dio a la tarea de investigar el acumulado de gestión cultural; con esto se refiere a otros documentos e iniciativas que pudieran establecer un marco teórico y hasta metodológico para la estructuración formal de la política. Se detectaron durante la investigación documentos fundamentales a considerar, que además se convirtieron en enfoques y ejes transversales.
La búsqueda dio abundantes frutos en diversas ramas de interés, sin embargo, la Agenda 21 aprobada en la cumbre de Río de Janeiro Brasil (1992), y la Carta de la Tierra, actualmente son considerandos claves para el enfoque medioambiental que esta “Política cultural de la ciudad de San José”, contempla; otros enfoques como poblacionales y territoriales también tienen sus propios padrinos conceptuales.
Propuestas que desarrolla la Carta de la Tierra como el Respeto a la diversidad, el derecho al desarrollo de las potencialidades humanas y la responsabilidad por la búsqueda del bien común, están plenamente abordados dentro de los artículos de la política. Este documento orientador además exige que ninguna acción humana relacionada con el quehacer cultural atente contra nuestros recursos naturales y el medio ambiente; en fin procura coherencia entre los postulados de la Carta y las líneas estratégicas de la Política. Además propone que la cultura sea una herramienta para la educación, en este caso, ambiental, evitando que por “conocimientos limitados” (Carta de la tierra p.3), se provoquen daños ambientales; propone también la cultura como medio de información y activación ciudadana.
Tres de los cuatro pilares expuestos por la Carta, son de hecho normas de convivencia y diría yo de sentido común (o al menos mi sentido personal), pues claman por condiciones de desarrollo humano óptimos y dignos. El segundo llamado “Integridad Ecológica”, es el único que vela estrictamente por el medio ambiente, sin embargo está vinculado necesariamente con el accionar humano. Los accionares humanos son accionares sociales y por consecuencia inevitable accionares culturales. Es importante que cuando hablo de accionar cultural, no se piense en ejecuciones artísticas relacionadas más bien con las bellas artes, reservadas para aquellos o aquellas que tengan aptitudes o interés para ejecutarlas; hablo en cambio de accionares cotidianos, que por ser ejecutados volitivamente por un ser humano, con regularidad o frecuencia son culturales. Separar la basura, usar medios de transporte alternativos y hasta no consumir carme animal también son acciones culturales. Utilizar menaje compostable en lugar de estereofon durante un evento masivo municipal, reutilizar lonas en lugar de confeccionar nuevas, realizar campañas de recolección de materiales reciclables durante los eventos masivos, son ejemplos de acciones culturales que además protegen o al menos disminuyen el impacto ambiental negativo. Es ahí cuando podemos hablar de Cultura de reducción de basura o cultura de consumo.
Así como la Municipalidad de San José formula políticas públicas que transversalizan el enfoque ambiental, otras instituciones e instancias deben considerar este valioso documento para lanzar líneas estratégicas y plantear sus propias acciones. Es importante rescatar que toda política se debe operativizar, es decir, debe estar acompañado de un plan de acción ejecutable y factible, con un marco legal que lo soporte en cuanto a competencias, con un plan financiero que le sustente y con un plan de sostenibilidad con evaluaciones y seguimiento permanentes para asegurar su permeancia y eficacia en el tiempo. Si se pone en acción una política de Cultura que transversaliza la Carta de la Tierra se está poniendo en acción la Carta de la Tierra misma y se está construyendo entonces una mejor ciudad para las generaciones presentes y futuras. Así mismo podría ocurrir con políticas de género, urbanísticas, económicas entre otras.